Hoy he leído una breve historia, de vida y esperanza, en medio del horror que se vive en zonas de Siria e Irak ocupadas por los asesinos del denominado EI. Es una historia que nos habla de una mujer que fue capturada y esclavizada por esos asesinos. Las imágenes, facilitadas por una cadena kurda, nos muestran el momento del reencuentro de la mujer con su familia.

Y este reencuentro se debe a un iraquí que se dedica a rescatar a mujeres que han sido hechas prisioneras y esclavas sexuales por esos degenerados fundamentalistas, da igual si las mujeres son cristianas o yazidies.

Me quedo pensando en la suerte que este mundo tiene porque haya gente como este iraquí anónimo.

Me pregunto si dentro de unos años seremos conscientes de todo lo que está pasando y si en algún momento, y en algún lugar, alguien les podrá poner nombre y apellidos a personas que como este iraquí se juegan la vida por otros, y así poder conocer su historia. Una historia de vida, dignidad y grandeza en un mundo dominado por unos asesinos y ante la indiferencia insólita de otro mundo más preocupado por sus pequeñeces y bienestares.

Solo espero que haya muchos más como este hombre, repartidos en muchos lugares del mundo, porque si es así, tengo la esperanza de que no todo está perdido.

A él le dedico mi silencio respetuoso, estas letras y mi pobre plegaria.