La noticia saltaba la semana pasada. Después de 18 años la Guardia Civil había detenido al asesino de Eva Blanco en Francia con la colaboración de la Gendarmería francesa. ¡Dios mío 18 años!
¿Somos conscientes de lo que significa que alguien no haya abandonado un trabajo durante 18 años? ¿Qué podemos aprender de ello?
Permítanme que traslade negro sobre blanco algunas reflexiones.
En los tiempos en los que todo el mundo habla de generar valor, ha habido personas que se han concentrado en la idea de un trabajo bien hecho. Tal vez, en nuestras vidas lo de generar valor nos ha hecho olvidar lo importante que es el trabajo bien hecho.
Nos encontramos con personas con un alto sentido de la responsabilidad de y en su trabajo. Han comprendido la importancia de su trabajo más allá de su propio bienestar y todo ello durante 18 años. Ha primado el sentido de la responsabilidad, algo que tanto falta hoy en muchas personas y da igual el puesto que ocupen en la organización. En un entorno en el que lo habitual es trasladar responsabilidades a otros (pasar el marrón) estas personas las han asumido hasta el final.
En un mundo lleno de prisas, ellos han tenido paciencia. En un mundo que todo lo quiere no ya mañana, sino hoy mismo e incluso ayer han sabido esperar. Les he escuchado decir que en varias ocasiones pensaban que habían dado con el asesino pero luego nada. Han sabido atemperar muchas emociones y sentimientos negativos que les habrán llevado a la desesperación, pero aguantaron y tuvieron paciencia. ¿Cómo actuamos en nuestra vida profesional?, ¿tenemos paciencia?, ¿sabemos esperar?, ¿nos mata la prisa y los resultados inmediatos?
Una enorme profesionalidad, desde el silencio, desde el anonimato, desde el trabajo diario. La profesionalidad te obliga y te interpela respecto a cómo has de hacer tu trabajo. Volvemos al trabajo bien hecho, con la esperanza y certeza de que al final habrá resultados. ¿Dónde hemos dejado muchas veces nuestra profesionalidad?, ¿la hemos olvidado?, ¿nos interpela?
Sentido de servicio. Son personas que eran conscientes de que su trabajo es servicio a los demás. Todo trabajo es servicio para otros. ¿Quizás no sepamos verlo o nadie nos lo ha mostrado nunca? Ellos lo han tenido claro y han actuado en consecuencia. “Cumplir con su deber” habrán dicho. Y nosotros, ¿cumplimos con nuestro deber? ¿O esa es una palabra que ya hemos olvidado? ¿Creemos todavía que en nuestro ámbito profesional tenemos deberes?
La tecnología (todos los desarrollos en torno a la genética y el ADN) ha sido determinante para detener al asesino. Pero detrás de esa tecnología había personas que han sabido donde utilizarla y como utilizarla. ¿Podemos aprender también de esto?
Y al final, cuando ya tenían la certeza después de tanto tiempo fueron a casa de los padres de Eva Blanco y se lo comunicaron de forma personal. Cuentan las crónicas que en ese momento muchas emociones y sentimientos afloraron. No sé si en este caso podríamos hablar de cuidar al cliente, pero tengo claro que eso es cuidar a las personas. ¿Qué nos enseña esto?
Sin ruidos, sin ostentaciones, sin elocuentes discursos, en el anonimato, en el trabajo de cada día (y seguramente haciendo otras cosas), con muchas frustraciones y momentos de impotencia y derrota. Como la vida misma.
Creo que todos debiéramos aprender de esto. Directivos, consultores, gurús y toda la gente que siempre está bla, bla, bla olvidándose de lo esencial, lo que quizás nos han enseñado estos guardias civiles: deber, servicio, trabajo bien hecho, profesionalidad, cuidar a las personas, etc.
Enhorabuena y gracias.
Excelente reflexion.