La enfermedad de la esquizofrenia existencial. Estamos tan acostumbrados a revisar gráficos, hojas de cálculo, informes financieros, etc. Y no nos damos cuenta de que detrás de todo eso hay personas de carne y hueso. Seres humanos como nosotros que se levantan cada mañana para vivir un nuevo día. ¿Cuándo has perdido la visión de los demás que trabajan contigo?, ¿cuándo se han convertido en cifras, ratios o farragosos análisis de rentabilidad? Cuando todo esto comienza a suceder en nuestras vidas es el momento de reflexionar si se ha perdido el contacto con la realidad. ¿Tu como directivo lo has perdido? ¿Tú como asesor, consultor, coach o lo que sea lo has perdido? Y lo que es peor, muchas de estas personas siguen viviendo con un discurso hacia fuera que no tiene nada que ver con la realidad que practican o dejan practicar a su alrededor, asumiendo con una resignación (nada que ver con la cristiana) que el mundo es así. ¿Has creado ya tu propio mundo paralelo?, ¿Te has parado a pensar en la coherencia de lo que dices y lo que haces?, ¿sigue existiendo coherencia? Y si no existe, ¿te preocupa?, ¿qué vas a hacer?
La enfermedad de los chismes y de la murmuración. Cuánto nos cuesta elogiar y qué fácil nos resulta criticar. Dice el Papa que todo puede empezar por una simple conversación que se adueña de la persona, haciendo que se convierta en “sembradora de cizaña” y en muchas ocasiones en “asesina a sangre fría” de la fama de los propios colegas y colaboradores. Fabricar enemigos, pensar en términos de enemigos (y la boca llena de la palabra equipo, colaboración y sinergia). Cuántas dificultades tenemos para sentarnos delante de una persona y con asertividad hablarla, exponerle lo que pensamos y lo que sentimos. Cuántas dificultades para aceptar lo que la otra persona, buscar los puntos comunes y centrarse en las soluciones. Es la enfermedad de las personas cobardes que al no tener el valor de hablar directamente chismorrean por detrás. Y tú, ¿sigues chismorreando en tu organización?, ¿hablas mal de personas sin atreverte a sentarte delante de ellas y exponer de forma asertiva lo que piensas y crees, y en lo que estás en desacuerdo?, si obras así ¿cuál crees que será el resultado a medio/largo plazo?, ¿salirte con la tuya?. Y luego, ¿hablarás de ganar/ganar?
La enfermedad de divinizar a los jefes. Cortejando a los superiores, esperando así obtener su benevolencia. Es lo que habitualmente conocemos como el “pelota” (esto es mío no lo dice el Papa). Vivir por hacer carrera, vivir del oportunismo. Son personas que viven el servicio pensando únicamente en lo que tiene que alcanzar y no en lo que tienen que dar. Es el egoísmo. Actuar buscando siempre el beneficio, quedar bien, buscar complicidades ocultas. ¿Y la actitud de servicio?, ¿y el trabajo bien hecho por el mero hecho de hacer las cosas bien?, ¿es así como progresas en tu trabajo? ¿has tenido que renunciar ya, más de una vez, a tus principios y valores por buscar ese progreso?, ¿Ya estás en la fase esa en la que te gusta que te hagan la pelota?, ¿te sientes poderoso y adulado y eso está ensanchando tu ego?, ¿crees sinceramente que eso es bueno?, ¿te está haciendo mejor persona y mejor profesional?, ¿ya no te atreves a decirlea tu jefe que está desnudo?.
La enfermedad de la indiferencia hacia los demás. Muy relacionado con la anterior y con la enfermedad de la esquizofrenia mental. Pensar solo en uno mismo perdiendo la sinceridad y el calor de las relaciones humanas. Cuando el más experto no pone su conocimiento al servicio de los colegas menos expertos. Cuando se recibe una información y se guarda en vez de compartirla con los demás. Cuando, por celos o por falsa astucia se regodea al ver cómo cae el otro, en vez de ayudarle a levantarse y alentarle. ¿Ya vives esas situaciones? ¡Servicio, servicio, servicio!!!!. ¿Cuándo perdiste ese espíritu?, ¿sigues pensando que el éxito de tus colaboradores ha de ser el cimiento de tu propio éxito?, ¿qué ves cuando te miras al espejo por las mañanas?
La enfermedad de la cara de funeral. Cuánto nos gusta estar siempre serios para dar a entender que la responsabilidad y la importancia de nuestro trabajo es elevada. ¿Ya te has vuelto alguien ceñudo y huraño? Además, a ese comportamiento se suele añadir el trato a los demás, especialmente a los que dependen de nosotros, con rigidez, arrogancia, etc. ¡Aquí estoy yo con mi responsabilidad e importancia!, ¿no lo entendéis? Piensa un poco, ¿no crees que detrás de todo eso pueda haber inseguridad y miedo?, ¿es posible?, ¿lo has pensado alguna vez? Dice el Papa que un corazón feliz irradia y contagia alegría a todos los que se encuentran a su alrededor. ¿Has perdido la sonrisa?, ¿has perdido el humor? ¿has perdido la ironía para ti mismo y la mantienes para con los demás? ¿Te gusta pensar que cuando caminas con un rostro serio haya gente que piense ahí va don importante”? Sigue siendo amable aún en las situaciones difíciles. No renuncies a lo que hay de sustancial de ti.
La enfermedad de la acumulación. Muchos directivos acaban intentado llenar un cierto vacío existencial mediante la acumulación de poder o de bienes materiales buscando el sentirse seguros y poderosos. ¿Es ese tu caso?, ¿ya eres poderoso, rico y estás seguro?, ¿y el resto de tu existencia?, ¿es rica en relaciones, afectos, sonrisas, amistad verdadera, sentido de servicio? ¿Cómo has construido tu vida, como la sigues construyendo?
La enfermedad de los círculos cerrados. Es verdad que todos tenemos tendencia a sentirnos mejor acogidos e integrados en grupos más pequeños. Pero si has convertido ese grupo en una capillita y su pertenencia a la misma se vuelve más fuerte que la pertenencia a la propia organización puedes estar trabajando en contra de la propia organización. Es el llamado “fuego amigo”. Nuestra capillita contra la otra. ¿Y la organización, y los intereses generales, y los demás? Puede que estés comenzando a destruir la organización desde dentro. ¿Lo estás viviendo ya?
La enfermedad del beneficio mundano, del exhibicionismo, de poseer símbolos que acreditan nuestro poder en la organización: coche, despacho, gabelas, bonus, gastos cubiertos, etc. No olvidemos la enfermedad de la vanagloria y la rivalidad dañina. Tantas cosas. El servicio se convierte en poder, y el poder en mercancía para obtener provechos o más poderes. Cuando nos dejamos llevar por ese afán de poder, cuando hemos perdido el sentido de servicio podemos acabar en la calumnia, en la desacreditación de los demás y siempre, detrás, un afán: aparecer más capaces que los demás. ¿Te suena esto?, ¿lo estás viviendo?, ¿qué vas a hacer?
Fueron todas estas enfermedades señaladas por el Papa, dirigidas a la curia pero también a todos aquellos que en la Iglesia trabajan y tienen responsabilidades, las que me parecieron que podían ser perfectamente aplicadas a los directivos, a aquellos cuyas miras apuntan a esas posiciones, y a todos aquellos que trabajamos en y para organizaciones empresariales o de otro tipo.
Me pareció un excelente examen de conciencia de nuestro trabajo, de cómo tratamos a los demás, de cómo actuamos, de lo que quizás hayamos perdido y todavía podamos recuperar. Pero también me pareció que podía ser una magnífica reflexión de ánimo y apoyo para muchas personas que van en esa línea, muchas veces contra lo que nos marcan los tiempos que vivimos. No están solos, no son unos pardillos, claro que entienden el mundo (mejor que muchos) y porque lo entienden actúan con verdad, servicio y humildad.
No lo olvidemos. Hagámonos un chequeo de conciencia. Estamos a tiempo, son enfermedades curables y gran parte de la curación, o casi toda, depende de nosotros.
Buenas Tardes:
Un excelente artículo de reflexión de un gran maestro, al que agradezco sus enseñanzas y su sabiduría (Emilio González).
La sociedad vive en una realidad que no le pertenece, porque es más fácil seguir el sometimiento, que iniciar el cambio. Es necesario que nos cuestionemos que el cambio empieza por nosotros mismos y que es muy importante como bien dice El Papa y Emilio preguntarnos que hacemos por el otro (Servicio). Puesto que un buen lider sólo empieza a ejercer como tal cuando sirve a otros. (Emilio González ).
Algo por destacar no hay que pisar a otros para llegar al éxito, lo más justo es la zona de influencia tú ganas y yo gano. No olvidarte de tus principios, valores e integridad como ser humano en todos los contextos (personal, laboral, social, profesional, familiar).
Tu visión devendrå más clara solamente cuando mires dentro de tu corazón. .. Aquel que mira afuera, sueña. Quiėn mira en su interior, despierta. «Carl Jung».
Por último no encuentro el Email de contacto de Emilio, me gustaría poder contactar con él.
Un saludo cordial, gracias, Lina Ramírez.