Días atrás escribía, paciente lector, sobre el sentido de la responsabilidad que debieran tener los directivos para con su puesto y para con las personas que se relacionan con él. Señalaba que me parecía inaudito que hubiera que contratar personas para mejorar situaciones más propias de niños consentidos y mimados que de adultos de los que se espera responsabilidad, madurez y servicio.
Voy a seguir hoy con alguna reflexión adicional. A propósito de todo esto, tuve la oportunidad de hablar con un Director General (sector distribución) que creo tiene la cabeza sobre los hombros y el sentido común como norma de actuación.
Me relataba la situación vivida en su organización. Directivos del comité de dirección que cuando se reunían generaban un ambiente muy tenso y en el que las mayores preocupaciones giraban en torno a los bonus, vehículos de empresa, las envidias por los “posibles beneficios que otros se llevaban respecto a su gente”, etc. No era un buen ambiente, la comunicación era mala, las pullas constantes y la aspiración de generar un equipo en el comité de dirección se convirtió en una esperanza vana.
¿Cuál fue la decisión de este Director General? Pues no, no fue la de contratar a un coach o a un consultor para solucionar la situación. Me explico.
No podía cambiar a la cúpula de la empresa porque eso era muy caro desde muchos puntos de vista, asumió que esos directores gestionaban de forma más o menos razonable a sus respectivos equipos y mantenían una excelente relación con los clientes.
Decidió reunirse por separado con cada uno de sus directores siendo él, como DG, el nexo de unión. Asumió que ese objetivo, conseguir un equipo directivo según los cánones de la gestión modélica, aunque loable, no tenía viabilidad dado el perfil de los interesados.
Así pues, desde hace ya más de tres años, no hay reuniones de comité de dirección, gestiona a cada uno atendiendo a sus peculiaridades y consigue mantener un razonable equilibrio en la organización, los resultados no solo se mantienen sino que mejoran y en las encuestas de clima laboral su organización es la que sale mejor evaluada en toda Europa.
Seguramente esta decisión no es la que más gustaría a cualquier teórico de la gestión y de la consultoría de rrhh, o a cualquier coach. Pero los modelos perfectos son eso, modelos. Deben inspirarnos pero no cegarnos.
La vida nos enfrenta muchas veces con realidades y situaciones que no encajan con las supuestas verdades aprendidas en el aula o descritas en los libros de management. En esos momentos es necesario saber usar el sentido común, afirmar de manera asertiva la autoridad y mirar un poco más allá del modelo ideal y superguay propio de la Escuela de Negocios.
Es verdad que esos directivos están faltando a su obligación de ejemplaridad, debieran mirarse a sí mismos, hacer un cierto examen de conciencia, asumir plenamente sus responsabilidades y como ya he señalado actuar como personas maduras y adultas. Pero no lo están haciendo, y eso es lamentable porque es algo que debiera tener muy claro cualquier persona que asuma responsabilidades directivas.
Pero al menos, ese director general creo que está honrando su profesión y a sí mismo haciendo lo mejor con lo imperfecto. Ha conocido a su equipo, sabe lo que puede esperar de cada uno y actúa con ellos conforme a esa realidad. Está ejerciendo su responsabilidad, su autoridad y su deber (palabra ya casi olvidada en los manuales).
Seguramente no sea el liderazgo ideal, pero si es el liderazgo que necesita esa empresa y el único que puede garantizar continuidad, resultados y un entorno tolerable.
Ojalá ejemplos como este cundieran. Quizás entonces el vasallo …….