De esta, como de muchas otras cosas, conozco bastante poco, pero permítanme reflexionar desde el cansancio y hasta desde la hartura, que no desde la ira ni la animadversión. Si reconozco un poquito de ironía, es cierto.
Cansancio por formar parte del grupo de los malos, los opresores, de los que no entendemos, de los que no sabemos apreciar la distinta sensibilidad. Cansancio de formar parte de un pueblo menos inteligente, menos laborioso y que básicamente es más cortito.
Sí, me estoy refiriendo a Cataluña en el día de su fiesta. También es mala suerte que la fecha coincida con el derrocamiento de Salvador Allende en 1973 y con el ataque terrorista a Estados Unidos.
Muchas personas han hablado del problema de Cataluña y de que este ha de solucionarse. Sinceramente, si en mis manos estuviera, Cataluña habría dejado de ser un problema de España para pasar a ser un problema exclusivamente de Cataluña. Pero cada vez más, pienso en los miles, cientos de miles y posiblemente millones de personas que viviendo en esa región viven y sienten como catalanes y como españoles. Y creo que no deben sentirse abandonados ni por España ni por los españoles. Sería una falta de dignidad.
No obstante, creo que hay que avanzar y dar pasos para solucionar esta situación de forma racional pero también con un cierto toque de originalidad. No creo que esto se pueda arreglar a cañonazos, por mucho que pudiese haber gente en España, incluida Cataluña, que piense que esa fuera la mejor solución.
Por ello, propongo una serie de actuaciones, probablemente con escaso recorrido, pero que me apetece poner en tinta.
• Hágase un referéndum y delimítense muy bien los términos del mismo. Por ejemplo:
¿Qué nivel de participación se consideraría vinculante?
¿Debiera considerarse suficiente o insuficiente, por ejemplo, que votara solo un 30% de la población que reside en Cataluña con derecho a voto?
¿Qué nivel de mayoría se tomaría en consideración para entender que, efectivamente, en Cataluña una gran mayoría quiere la independencia? ¿Un 55%, 60%, 65%, 70% de votos favorables?
Una vez aclarados estos extremos que delimitarían, en parte, el marco en el que se desarrollaría el referéndum, propondría que en el caso de que el número de votos a favor de la independencia no alcanzase el umbral que se determine, se acordará y se pactará que durante los siguientes 25 años no se podrá volver a plantear un referéndum y se acordarán términos de lealtad institucional de los políticos catalanes en el conjunto de España. Tal vez, de esa manera se puedan tener 25 años de tranquilidad para todos.
• Dado que es una seña de identidad del independentismo afirmar, permanentemente, la pluralidad de España y de sus pueblos, creo que es de justicia establecer ese mismo principio para Cataluña. De modo que, si el voto fuera mayoritario en la Comunidad a favor de la independencia pero no así en una provincia, municipio o localidad, habría que respetar esa pluralidad y considerar que esa provincia, municipio o localidad continuaría siendo español a todos los efectos políticos, administrativos y demás. No hay problema, Berlín occidental fue durante muchos años un oasis en medio de la realidad de la Alemania comunista.
• Asimismo, y en aras a proteger el derecho de los ciudadanos españoles a seguir viviendo dentro de España, se debieran establecer medidas que garanticen a los mismos, caso de seguir viviendo en territorio de Cataluña, todos los derechos propios del ciudadano español. Si, por el contrario, optaran voluntariamente por dejar ese oasis, el coste de su traslado a España, así como las ayudas en la búsqueda de nueva residencia, nuevas opciones de trabajo, escolarización y demás habrán de correr por cuenta de la floreciente, fresca y nueva realidad nacional catalana.
• De la misma manera, en el supuesto de resultar mayoritaria la opción por una Cataluña independiente entiendo que sería razonable facilitar y ayudar al traslado de aquellas empresas que habiendo venido a España se encuentran, de repente, en un territorio que ha dejado de ser España. Estas facilidades ayudarían a canalizar lo propuesto en el párrafo anterior y, seguramente, abaratarían los costes para la nueva realidad nacional catalana (se ahorrarían el coste de la ayuda en la búsqueda de empleo, por ejemplo).
Las dos últimas propuestas se fundan en el escepticismo que siempre me ha causado la repetida historia de desequilibrio, en contra de Cataluña, de las cuentas públicas nacionales. No voy a negar el desastre y nefasto uso de mucho del dinero (de todos los españoles) en muchas zonas de España social y económicamente deprimidas, pero no termino de ver el reiterado desequilibrio.
Por último, y dado que muchos españoles consideramos que Cataluña es España, pero no parece que se nos vaya a dar derecho a opinar en esta materia, algo que por ley debiera ser así, creo que sería razonable en el caso de que la independencia de Cataluña saliera adelante, poder opinar en otros aspectos. Debiéramos, por ejemplo, votar sobre el acceso de Cataluña a la unión europea como miembro de pleno derecho. ¿Accedemos o lo vetamos? Pues hombre, a mi me gustaría poder opinar sobre la materia y creo que un referéndum en España al respecto sería de interés.
En fin, creo que son propuestas que no todo el mundo aceptará, que muchos tacharán de ridículas y absurdas. Pero piensen un poco a fondo y acabarán estando de acuerdo en que tienen mucho de sentido común y de reparto de responsabilidades en una historia en la que ya está bien que los malos y los tontos sean siempre los mismos. No es verdad y cuando se falta a la verdad se está apelando a la injusticia y a la irracionalidad. Y en esta materia en España llevamos ya muchos camino, pero un mal camino.