Orientado a resultados, proactivo, acostumbrado a trabajar en equipo, capacidad de relación, visión estratégica, alta capacidad de negociación, tolerancia al estrés, son términos que, cada vez con más frecuencia, uno se encuentra en los CV con independencia del perfil profesional de que se trate.

Lo que me parece llamativo es que eso mismo que se puede leer en el papel sea lo que se repite en la entrevista. Multitud de personas no saben salir de ese lenguaje que no suele ser propio, sino prestado y de tanto ser usado acaba sonando artificial en demasía.

Cuando pregunto a una persona ¿tú en que eres buena? las respuestas suelen dejarme perplejo porque repiten de forma machacona esquemas previos. Es decir, mucha gente o no sabe en qué es buena, o bien no sabe cómo expresarlo. Cuando pregunto ¿cuál sería tu aportación a la empresa que te contrate?, me sucede exactamente lo mismo. La respuesta es vaga, encorsetada y generalista.

Cuándo pregunto a una persona que trabaja en la venta acerca de las razones de haber elegido esa vida profesional, mayoritariamente me encuentro con una respuesta que me dice: “me gusta el trato con la gente”, “me gusta relacionarme con la gente” y en mi interior no puedo evitar pensar que la respuesta adecuada sería “porque me gusta vender, porque disfruto con ello, etc.”. Creo que no necesito decir nada más al respecto.

Hace poco entrevistaba a un consultor tecnológico, implantador de sistemas de gestión y al hacerle este tipo de preguntas las respuestas se focalizaban en lo general: no saber muy bien en qué era bueno, no saber cuál podría ser su aportación excepto adjetivos como trabajador, serio, buen compañero, etc.

Hay mucha información que puedo averiguar a lo largo de la entrevista, o puedo averiguarla mediante la petición de referencias, etc. Pero la información que no me da o que no sabe darme a quien entrevisto, porque nadie le ha hecho ver que siempre hay algo que nos diferencia y nos hace únicos, es la que bloquea que a esa persona yo pueda considerarla una candidatura válida. Si no sabes decirme en qué eres realmente bueno, en dónde está la aportación que te hace diferente, en qué consiste “aquello que se va a llevar la empresa que te contrate”, me estás generando un problema y lo que es peor, te estás generando un problema a ti mismo.

Sigo pensando que tenemos un gran déficit en el conocimiento de nosotros mismos, sigo pensando que estamos demasiado mediatizados por los usos sociales o formales que se han establecido en la redacción de un CV, en la presentación o explicación de quién eres y lo que eres en una entrevista. Lo que necesitas es saber transmitir lo que te hace bueno, diferente, lo que te hace aportar, aquello por lo que la empresa podría interesarse.

Peter Drucker decía que lo que se espera de nosotros es “contribución y resultados” y de eso se trata. Dime cuál va a ser tu contribución y cuáles podrían llegar a ser tus resultados porque eres bueno en algo y porque tu aportación puede ser…

Y esto no solo creo que sea trascendente para una entrevista. Conocerte, saber en qué eres bueno y dónde puedes contribuir será, especialmente trascendente, para que te centres en tus fortalezas, en tus activos.

No sé a ciencia cierta si esto entraría dentro de ese concepto tan manido de “talento”. En el fondo me da igual. Me parece ya una palabra tan manipulada (hasta que caiga en desuso porque otra moda la sustituya) que no me importa. Lo que me parece relevante es que debes de saber concentrarte en tus fortalezas, que son las que determinarán tu mejor aportación, la mejor versión de ti mismo. Pero si no sabes muy bien cuáles son ¿cómo vas a saber explicarlas?, ¿cómo sabrás cuál será tu aportación?, ¿cómo sabrás en que eres realmente bueno?

Piénsalo.