Gallinero 2

No es nada nuevo. Hace ya años que desde Europa podemos contemplar como un país se desangra en una guerra civil en la que seguramente nadie está en condiciones de asegurar si alguna de las partes es la “buena”. En los inicios era la familia Assad la culpable de todo lo que pasaba y la que motivó el levantamiento de una parte de la población, ¿lo recordáis?, la primavera árabe, luego fueron apareciendo otros actores en escena: Hezbollah, ISIS, resistencia siria, kurdos, etc. Con el tiempo todo se fue mezclando con los problemas en IRAK y los enfrentamientos entre chiitas y sunnitas. Sí un lío.

Hemos conocido los bombardeos masivos, el posible uso de armas químicas, las ejecuciones públicas grabadas y difundidas por internet, la esclavitud, la muerte de niños, mujeres y hombres si no se convertían, la destrucción del llamado patrimonio cultural de la humanidad. El horror ha ido creciendo y el número de los refugiados también. Antes de Siria fue Libia y las muertes de tantos seres humanos intentado cruzar el Mediterráneo (se acuerdan de Lampedusa). En España hemos visto en nuestras propias costas el hundimiento de tantas y tantas pateras y los intentos por saltar las vallas fronterizas.

Ahora desde muchos lugares se levantan voces pidiendo acoger a los refugiados. Hay Ayuntamientos y otras entidades públicas que proponen acoger a los refugiados. Asociaciones de particulares que se ofrecen para ello. El Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo, habla de disponer una partida de muchos millones de euros para facilitarles vivienda, sanidad y educación.

Todo ello, me parece maravilloso. No obstante, déjenme que me haga algunas preguntas:

¿Durante cuánto tiempo va a durar esa muestra de solidaridad? ¿Semanas, meses, años? Y esta pregunta se la hago a particulares y entidades. ¿Cuánto van a resistir los particulares? ¿A qué se comprometen realmente? Recuerden, son seres humanos y no mercancías que se puedan aparcar en un momento dado.

¿Cuánto va a costar eso? ¿Llegará un momento en el que algunos Ayuntamientos comenzarán a trasladar al Estado la responsabilidad que asumieron porque su presupuesto ya no llega? ¿Hay dinero para eso?

¿Qué más esfuerzos se harán para que no todo se limite a una acogida sino también a una integración plena (idioma, estilo de sociedad, trabajo) para aquellos que deseen quedarse?

¿Qué se va a hacer para que estas personas, los que quieran que seguramente serán mayoría, puedan regresar a sus países? Recuerdan el video del niño que en un inglés básico decía que lo que querían no era ayuda sino que se parara la guerra en Siria. ¿A qué está dispuesta esta Europa tan solidaria? ¿Intervención militar? ¿Soldados nuestros allí? ¿O apelaciones al diálogo?

Ah! Cuánto cinismo.

Pero en fin, déjenme que me centre en los que llegan.

Verán, la foto que acompaña esta ya larga reflexión, es de algo que se llama El Gallinero. No está en Siria ni en ningún otro lugar alejado. Está en Madrid, en la Cañada Real. Está habitado mayoritariamente por gentes que se marcharon de su país buscando una nueva oportunidad. No se si son emigrantes políticos, religiosos o económicos. Pero vinieron buscando una oportunidad de mejorar. Eso es lo que han acabado encontrando en nuestro país. Seguramente haya más sitios como este en España y en ellos viviendo personas que vinieron buscando un futuro mejor.

Deberíamos preguntarnos si muchos de estos refugiados que vamos a recibir acabarán en condiciones similares. Hagamos lo posible por evitarlo. No añadamos al cinismo la desvergüenza.

Por cierto, termino con otra pregunta. Respecto a toda esa pasta, vivienda, sanidad y educación que nuestro Ayuntamiento capitalino pone a disposición de los futuros refugiados ¿No sería posible derivar algo de dinero a toda esa gente que vive en El Gallinero? No les pido que pongan otro cartel en el Palacio de Cibeles ni nada parecido, pero me pregunto acerca de la razón para tan diferente trato. Es posible que la haya. Si es así, me gustaría escucharla.