Días atrás conversaba con una Directora de Recursos Humanos. Posiblemente, una de las personas más inteligentes y buenas que he conocido. Me comentaba como recientemente, su Director General había contratado a un coach para que trabajara con el equipo directivo con el fin de mejorar las relaciones y la comunicación entre ellos dado que el ambiente era de todo menos bueno.

Esta Directora de RRHH estaba, naturalmente, perpleja porque ella habría orientado la situación de otra manera. Pero de eso hablaremos (mejor dicho escribiremos) en otro momento. Quisiera céntrarme en la situación concreta.

¿Cómo es posible que unos hombres y mujeres a los que se les paga una dinerito muy potente se estén comportando como verdaderos imbéciles?

¿Qué es eso de que no hay buen ambiente?

¿Qué es eso de que no hay comunicación?

¿Qué es eso de que no hay colaboración ni equipo?

¿Qué es eso de contratar a un coach para trabajar la idea de equipo? Pero, ¿estamos con personas mayores de edad, responsables, maduras y serias o estamos ante unos niñatos que atienden exclusivamente a sus caprichos, estados de ánimo y venganzas estúpidas en relación a sus compañeros?

¿Para qué se les paga un pastizal?

¿A qué esperan para cambiar de actitud?

¿Con que autoridad moral pretenderán del resto de trabajadores de la empresa comportamientos ejemplares?

¿Dónde está su ejemplaridad?

Y el Director General. ¿A qué juega? A que venga alguien de fuera y le arregle el problema. ¿Para que se le paga a él? ¿Cuál es su responsabilidad? A qué espera, o bien para poner de patitas en la calle a aquellos que considere causantes de la situación, o bien para imponer su autoridad (si no la perdido ya), o su poder y autoridad. O bien para dimitir.

No es de recibo, que entre personas de cierta edad, con un supuesto nivel de madurez, con una formación y de los que se espera ejemplaridad se comporten de esta manera. Sencillamente es vergonzoso. Y esto que estoy relatando respecto a un primer nivel de una organización es de aplicación a un segundo o a un tercero.

Señores hay cosas muy serias con las que no se debe jugar. Y si no valen para eso, váyanse a su casa.

No es de recibo que una empresa deba contratar a alguien para que los directivos hagan bien su trabajo y se lleven con respeto y colaboración. Eso va implícito en el puesto. Actuar de otra manera me parece simplemente vergonzoso aunque de esas carencias haya mucha gente viviendo.

Quizás tuviera razón el Cantar del Mío Cid con aquello de “Dios, qué buen vasallo, si oviese buen señore!”

Seguiremos otro día, porque hay más.