Niño desde SiriaMás allá de la engañifa que estos días de atrás ha montado Jordi Évole con su montaje sobre el 23-F, en el que yo piqué como un pardillo durante un buen rato, me gustaría quedarme con una de las reflexiones finales que el personaje hizo, no sé si en el mismo programa o luego en otro lugar, reflexión en la que más o menos venía a decir que debiéramos pensar en la cantidad de informaciones que nos cuelan que pudieran ser mentira.

Pues bien, estos días de atrás llegaba a los medios una llamativa fotografía. En ella se veía a un niño que caminaba por el desierto con una bolsa en la mano y que era acogido entre varias adultos pertenecientes a Naciones Unidas. Poco después esa fotografía circulaba por la red de manera furiosa acompañada de numerosos comentarios que hacían hincapié en la odisea que había vivido el niño que “en solitario había recorrido por el desierto varios kilómetros para huir de la guerra en Siria y había sido encontrado por los funcionarios de la ONU”. Esta era la información de texto que acompañaba a la foto. Los comentarios añadidos cualquiera se los puede imaginar.

La realidad parece que ha sido muy otra. La foto realmente recoge el momento en que personal de Naciones Unidas espera a un niño que se ha rezagado un poquito y que camina con un grupo muy numeroso de personas que efectivamente huyen de la guerra de Siria, grupo en el que parece también iba su familia.

En cualquier caso, hay que decir que bastante dura es la experiencia y la vivencia de esas personas que han de abandonar su hogar por culpa de la guerra, refugiarse en un campo y vivir y sufrir lejos de su hogar.

De la realidad de esas personas que son refugiados a la realidad de la foto que ha circulado existe una distancia notable: la distancia de la verdad y de su manipulación.

En algún momento alguien decidió contar otra historia aprovechando la foto y el contexto que facilitaba la guerra.

Creíamos que la web nos iba a dotar de una sociedad más abierta al estilo de la que preconizaba Poper, una sociedad en la que la mentira estaría más controlada porque serían muchas las fuentes de la información y muchos los que estarían dispuestos a informar sin dejarse controlar por “esos medios que controlan y manipulan la información”.

Pero descubrimos que no es así. La manipulación puede estar en cualquier lugar de la cadena de comunicación/información y lo que llega a nosotros (simples receptores) puede que sea la verdad (los hechos) o una interpretación sesgada de esos hechos y por tanto, no la verdad. Volvemos a encontramos con la, a veces, mísera condición humana.

Termino. Estoy sorprendido de la cantidad de comentarios que la foto suscitó en su primera aparición, pero más sorprendido estoy por el escaso eco que la verdad de esa foto tuvo, posteriormente, en esos mismos lugares.

Puede que tenga razón Jordi Évole con su mensaje de que lo que creemos que es verdad pudiera ser mentira. Ahí es donde se supone entra con toda fuerza y vigor el papel del periodista. Alguien que certifica la veracidad y no se vende y no engaña. Además de preguntarnos a nosotros, el señor Évole debiera preguntarse, también, si él ha engañado en alguna ocasión.