Este es quizás uno de los testimonios que más me ha conmovido desde hace mucho tiempo. Y no me resisto a compartirlo.

Más abajo os transcribo la oración escrita por un soldado soviético durante la Segunda Guerra Mundial. El soldado se llamaba Aleksander Zacepa.

A él le encontraron muerto, pero parece que la oración que hallaron en su chaqueta había sido escrita por él antes de entrar en batalla. Es la oración de alguien educado en la ignorancia de Dios pero que en un momento determinado le descubre y decide escribirle. Ese escrito queda como uno de los más hermosos testimonios que he leído sobre alguien que se encuentra con su Dios. A veces, aquellos que nos decimos creyentes debiéramos mirar con ojos nuevos esa sencillez y alegría con las que quienes descubren a Dios se dirigen al mismo y le hablan con el corazón. ¡Cuánto nos enseñan!. Leedla, merece la pena.

Feliz Año Nuevo.

¡Escucha, oh Dios! En mi vida no he hablado ni una sola vez contigo, pero hoy me vienen ganas de hacer fiesta.

Desde pequeño me han dicho siempre que Tú no existes…
Y yo, como un idiota, lo he creído.

Nunca he contemplado tus obras, pero esta noche he visto desde el cráter de una granada el cielo lleno de estrellas y he quedado fascinado por su resplandor.

En ese instante he comprendido qué terrible es el engaño…

No sé, oh Dios, si me darás tu mano, pero te digo que Tú me entiendes… ¿No es algo raro que en medio de un espantoso infierno se me haya aparecido la luz y te haya descubierto?

No tengo nada más que decirte. Me siento feliz, pues te he conocido. A medianoche tenemos que atacar, pero no tengo miedo,

Tú nos ves.

¡Han dado la señal! Me tengo que ir. ¡Qué bien se estaba contigo!

Quiero decirte, y Tú lo sabes, que la batalla será dura:

quizá esta noche vaya a tocar a tu puerta. Y si bien hasta ahora no he sido tu amigo, cuando vaya, ¿me dejarás entrar?

Pero, ¿qué me pasa? ¿Lloro? Dios mío, mira lo que me ha pasado.
Sólo ahora he comenzado a ver con claridad…

Dios mío, me voy… Será difícil regresar. Qué raro, ahora la muerte no me da miedo».