Tengo para mí que el FBI debe de ser una organización que hace razonablemente bien sus procesos de selección, con criterio y considerando muchos aspectos, y más si la persona seleccionada va a tener en el futuro acceso a información considerada delicada o restringida.
Hoy leo una noticia en la que aparece que una traductora del FBI se casó con un terrorista del DAESH al que aparentemente tenía que investigar. Por cierto, un pájaro de mucho cuidado.
Me he acordado, al leer la noticia, de un fantástico libro de Graham Greene “El factor humano” en el que el autor narra de forma magistral, como casi siempre, la historia de un inglés que decide pasar información a los soviéticos porque el KGB le ayudó, en su momento, a salir de la Sudáfrica del apartheid a él, que estaba casado con una mujer de color.
Decía quien fue mi gran maestro en esto de los recursos humanos que “de las personas se podían escribir hasta tres libros y cada uno de ellos diferente” y cada día que pasa más de acuerdo estoy con ello.
Ahí tenemos al FBI con todo su poderío en el proceso de selección de personas enfrentándose a una situación bastante embarazosa (y peligrosa claro), que seguramente nadie habría podido ni imaginar en el momento en que esa persona realizó todo el proceso para incorporarse a la organización.
Sí, el factor humano.
Somos imprevisibles, no sabemos muy bien de qué manera podemos reaccionar en diferentes momentos de nuestra vida. Me atrevo a decir que es imposible predecir lo que seremos o lo que haremos dentro de unos años. En el fondo, somos incógnitas a las que a veces se intenta encajar en un gráfico, unas barras y unas descripciones más o menos genéricas. Seguramente haya muchos por el mundo a los que un escenario así les encantaría.
Pretendemos acertar al seleccionar, al elegir. Buscamos certezas, seguridades respecto a cómo será el comportamiento a futuro. A mi juicio, nunca tendremos información suficiente para predecir y acertar, ni siquiera el FBI.
Puede que eso sea una servidumbre de nuestra naturaleza como seres humanos y el no saber qué va a suceder siempre implica riesgos y una cierta ansiedad. Yo veo la grandeza que da la libertad. Ahí es nada.