No es la primera vez que escribo sobre la “inmediatez” pero hoy, de nuevo, me veo obligado a ello porque lo que veo a mi alrededor cada día me preocupa más.
El adverbio “ya” se ha convertido en algo omnipresente en nuestra vida. Cualquier reivindicación parecería no serlo si no llevara consigo el citado adverbio, cualquier planteamiento (sea del tipo que sea) o lleva consigo esas dos letras o parece que quizás nadie se lo tome en serio.
Algo parecido ocurre con las cosas de nuestra vida. Casi todo ha de ser ya. Tenemos escasa capacidad para postergar aunque de ello, tengamos la certeza de que será mejor para nosotros. Es quizás esa invasión de las emociones la que nos está haciendo perder perspectiva, perder racionalidad o buscar un adecuado equilibrio. Por experiencia, nuestra o de otros, sabemos que la vida casi nunca responde a esa exigencia del “ya” con la inmediatez que se reclama. Muchas cosas exigen tiempo, paciencia y madurez (y la madurez como dice Alfred Sonnenfeld es lograr fines a larga distancia).
Tengo para mí que esta pasión por el “ya” no es sino otra muestra más del infantilismo que se está apoderando poco a poco de nuestra sociedad y que invade nuestras vidas en todos los ámbitos. Al igual que en el niño pequeño, todo ha de ser de inmediato. Y que nadie interprete que no debamos de protestar por tantas y tantas cosas, que no debamos exigir y que en ocasiones ese “ya” esté más que justificado. No me refiero a eso.
Viene a mi memoria la excelente película Cadena Perpetua, en la que el personaje de Andrew Dufresne interpretado por Tim Robbins logra escapar de la cárcel después de muchos años de silencioso y paciente trabajo excavando un túnel y preparando como viviría después. Andrew seguro que tendría prisa, el adverbio “ya” estaba para él más que justificado, pero comprendió que había que postergar, que había que tener paciencia, que había que trabajar y madurar porque la fuga era un fin a larga distancia. Recorrió todo ese camino y nunca dejó que un “ya” mal interpretado arruinara su gran objetivo.
A mi juicio, tanto “ya”, demasiadas veces nos impide disfrutar de muchas victorias, saborear el camino y el proceso, madurar y quizás, en última instancia, vivir y contribuir.
Cada uno de nosotros, debiera preguntarse si estamos mediatizados por el “ya”.